ENSAYANDO CAMINOS 

Augusto Albajari en "La forma del ensayo: el margen" (1999) se refiere al escritor de ensayos de esta manera:
"El dogmático no ensaya. El que merodea el saber, el marginal, duda, no sabe todo, no está seguro, cuestiona. El ensayista recorre los baldíos del conocimiento y, desde el margen, apedrea el edificio de la Ciencia: intenta, atenta, tantea." (p.206)
El camino de la escritura en el ámbito académico, en torno al género ensayístico, es un camino incierto, lleno de recovecos, pleno de incertidumbre y complejidades. Sin embargo, una vez iniciado, se convierte en una aventura que promete no tanto una llegada exitosa como una travesía transformadora. 

Ese camino es el que quisimos recorrer durante el 2015 en el Seminario de Problemáticas del lenguaje. Buscarle el sentido a la práctica de "ensayar", que se sirve de la escritura como lenguaje de formación y transita por el escabroso territorio que recorre un laberinto entre la experiencia y la técnica, entre la apropiación y la responsabilidad, entre los compromisos y los deseos (cfr. Skiliar, 2014)

Esta experiencia se hace letra y en la letra se pulsan las tensiones, las emociones y el encuentro entre aquel que es lector y construye su voz para compartir su lectura del mundo, convirtiéndose en escritor. En este espacio compartimos estas voces diversas, polifónicas y convocantes. Con ustedes, los ensayos.

ENSAYOS SOBRE ESCRITURAS

¡Pongamos la(s) escritura(s) sobre la mesa!
Elizabeth Sarmiento
A pesar de las constantes opiniones de los adultos afirmando que “Los chicos escriben muy mal” o, lo que es peor,  “Los chicos de hoy no escriben”, me atrevo a decir que actualmente los jóvenes pasan la mayor parte del día escribiendo de diferentes maneras, siguiendo determinados propósitos y utilizando diversos soportes electrónicos. Sin embargo, desde el punto de vista académico, la escritura, en su forma más tradicional, es uno de los puntos débiles de los jóvenes, según el reclamo de algunas voces “autorizadas”.
Para estos adolescentes y para una gran parte de la sociedad pareciera ser que existe una disociación entre “la escritura digital” y “la escritura académica”. Disociación que se hace visible de acuerdo a sus preferencias y usos. Los escritos digitales se producen y circulan con mayor frecuencia entre los jóvenes como formas libres de expresión, las que se renuevan constantemente con el uso; en contraposición a los textos escritos que circulan en el ámbito escolar siguiendo un modelo tradicional establecido. En tal sentido, me pregunto si realmente los jóvenes no escriben nada o será que ellos no escriben “bonito”, siguiendo las normativas de la gramática y en los ámbitos en los que nosotros, los adultos, quisiéramos.
Por lo tanto, no podemos caer en generalizaciones que solo dan lugar a la divulgación de  representaciones sociales prejuiciosas, afirmando que la escritura está divorciada de los jóvenes; no voy a negar que la producción de escritos escolares no son del agrado de algunos jóvenes pero tampoco voy a dejar de reconocer que ellos sí escriben movilizados por distintos intereses o motivaciones, eligiendo “las formas” de acuerdo a los espacios de producción.  
 Sí puedo afirmar que con el tiempo, el significado y el uso de la escritura fue cambiando y adaptándose a los diferentes ámbitos y requerimientos. Por ejemplo, décadas atrás, la escritura de los jóvenes se restringía a los espacios escolares, bajo un modelo de alfabetización fuertemente asociado a la cultura escrita, en el que prevalecía el aspecto normativo y respaldado desde la gramática, la sintaxis, etc. Para quienes fuimos niños o jóvenes en esas décadas, la escritura era una cuestión de formalidad, de cuidado y se distanciaba de las palabras y  expresiones que utilizábamos cotidianamente entre amigos o en familia.
Tanto la escritura como la lectura representaban prácticas sociales que se desarrollaban con naturalidad solamente en algunas esferas sociales o culturales; quienes acostumbraban a leer y escribir, obedeciendo la norma, eran personas distinguidas que provenían de familias reconocidas dentro de una sociedad tradicional y conservadora. La adquisición de la escritura para estas familias representaba una llave que podía abrir las puertas hacia otros niveles educativos, los que a su vez, los acercaban al poder y los diferenciaba del resto de la sociedad. Contrariamente, a la clase trabajadora solo le bastaba con que sus hijos aprendieran a leer y escribir para insertarse en el mundo laboral; y en algunas ocasiones, ese mundo laboral exigía una clase obrera que  simplemente escribiera su nombre; de esta manera, finalizaba la trayectoria escolar de muchos niños y adolescentes, sin tener la oportunidad de conocer otros caminos que se pueden recorrer a partir de la apropiación de la lectura y la escritura.      
En este contexto social y cultural, desde pequeña creció en mi imaginario la idea de una cultura escrita ligada exclusivamente a los libros de ciencias, de literatura o los diarios. Asumí la escritura de estos textos como “formas correctas” de escribir; Idea que era reafirmada cada día por los docentes de primaria y luego los de secundaria, quienes cristalizaban aquellas formas como modelos que debíamos respetar y repetir. Cuántos de nosotros recordaremos por mucho tiempo el cuaderno de caligrafía o los interminables renglones en cada hoja repitiendo palabras mal escritas. Recuerdo los borrones sobre la hoja de papel y un lápiz bien afilado empecinado por imitar con exactitud cada trazo de la maestra. Sin embargo, tales repeticiones no se restringían solamente a la grafía o a la sintaxis, debíamos reproducir tanto las formas de expresar como de pensar. 
Para nosotros, la clase media o baja, esta forma mecanicista y repetitiva, para iniciarnos en el mundo de lo escrito y adquirir nuevos contenidos, solo representaba una puerta de entrada a la educación formal, espacios educativos en el que pocos permanecían hasta finalizar, al menos, la educación secundaria. Las tareas de escritura que recuerdo, y que debía realizar en casa o en la escuela, consistían en copias fieles de textos expositivos o descriptivos en los que no se destacaba la importancia de la comprensión ni la interpretación de lo que leía o escribía. La idea era utilizar las repeticiones de palabras y textos para mejorar la motricidad fina, es decir, “ablandar la mano” siguiendo las formas convencionales. Sin embargo, no se planteaba la importancia de “trabajar el pensamiento, la creatividad y la construcción de significados” mediante la producción de nuevos escritos. De esta manera, se nos fue enseñando a desprendernos o tomar distancia de las palabras que escribíamos; reproducíamos escritos que no nos incluían como personas dentro una realidad, eran escritos que poco nos significaban, solo debíamos cumplir.    
Con el paso del tiempo, las brechas entre las clases sociales se alteraron y la escritura dejó de pertenecer a una clase privilegiada para expandirse hacia otros extractos de la sociedad. Cada usuario de la lengua escrita u oral fue resignificando este proceso de acuerdo a las distintas necesidades comunicativas, nos apropiamos de pequeñas partes del sistema para darles un sentido y aplicarlas a situaciones concretas. Al contrario de épocas pasadas, parecía ser que ya teníamos algo propio para decir a través de la escritura.
Hoy estamos frente a una nueva sociedad, invadida por los avances tecnológicos, las comunicaciones digitalizadas y la irrupción de internet en nuestras prácticas cotidianas. Estamos experimentando la llamada “Globalización” que nos impone y precipita hacia diversos cambios sociales y replanteos individuales.
Nada ni nadie parece escaparse a estos cambios y al surgimiento de nuevas formas de comunicarnos. Las prácticas de lectura y escritura también se fueron modificando con el tiempo. Las páginas de un libro fueron atrapadas dentro de computadoras y otros artefactos que las reconfiguraron para responder, según los estudiosos, a las demandas de los nuevos lectores, quienes traspasaron los límites de una lectura lineal u ordenada y la llevaron hacia una lectura más allá de las palabras. La escritura también tomó nuevos rumbos. Hoy puedo referirme a un nuevo modelo de escritura basado en la cultura digital, en el que interactúan dialógicamente la tecnología y la escritura. Se trata de un modelo utilizado por jóvenes, a quienes considero como nuevos escritores, situados en la mencionada era de la comunicación y la tecnología. Algunos simplemente usuarios, otros productores de este modelo, porque toman los conocimientos de la escritura académica y juegan con las formas, los significados, los recrean y adaptan a los nuevos contextos e intereses. Jóvenes, adolescentes y hasta niños a los que Daniel Casanny los identifica  como la “Generación google”, navegan por los espacios de internet mientras leen y escriben simultáneamente, envían mensajes a sus amigos, codificados en palabras, abreviaturas e imágenes, mediante Facebook o WhatsApp.   
Estamos frente a una generación que desarrolla, a su vez, nuevas formas de relacionarse con el lenguaje y con el conocimiento porque piensan de otro modo, escriben, hablan, escuchan y se comunican de otra manera.
A veces me sorprendo al observar en mis hijos, uno pre adolescente, otro joven iniciando la universidad, la facilidad para utilizar la computadora o cualquier otro dispositivo electrónico; construyen su propio conocimiento explorando, movilizados por sus propios intereses. Recuerdo que el mayor quería aprender a tocar el órgano pero no tenía tiempo de ir a una academia o a un profesor de música, simplemente descargó un programa que simulaba el teclado de este instrumento, con algunas melodías grabadas y recomendaciones para su uso. En poco tiempo de práctica comenzó a tocar algunas canciones. Supongo que para lograr esto primero tuvo que saber qué programa descargar, luego cómo descargarlo y por último saber interpretar las explicaciones que contenían términos propios de la música y desconocidos para él. De la misma manera, mi hijo pre adolescente navega por internet buscando distintas informaciones para realizar sus tareas escolares. Aprendió por sus propios medios a seleccionar la información más adecuada, a resumir lo más importante del tema, a insertar imágenes relacionadas y hasta aprendió a descargar videos que le resultan interesantes. Ambos son capaces de resolver ejercicios de matemáticas o estudiar para un examen mientras escuchan música, envían mensajes con el celular  y miran la televisión. Me atrevo a decir que estamos frente a sujetos que generan un auto-aprendizaje, que desarrollan su creatividad como producto de la interacción continua entre una necesidad concreta y las nuevas tecnologías.
Ante todo lo mencionado, quiero aclarar que cuando me refiero a esta nueva “generación google”, hago referencia a una “franja” de la población juvenil, en la que no están incluidos  “todos”; bien sabemos que hay jóvenes que quizás nacieron junto a esta generación pero no tuvieron la misma posibilidad de acceder a los distintos soportes tecnológicos, y posiblemente manifiesten otras formas de relacionarse con el conocimiento. Sin embargo, aunque no incorporaron la escritura digital a sus prácticas cotidianas, tampoco tienen una mejor relación con la escritura académica.      
 Retomando la mirada hacia esta nueva generación de niños y jóvenes bajo el nombre de “Nativos digitales”, Daniel Casanny los definió como los demandantes de una lectura y escritura “multimodal” capaces de generar sus propias formas y modos de conocer, de expresarse y de crear. Para ellos no hay un solo camino o una única manera de leer y escribir o de seguir una única lógica hacia dónde y cómo continuar en un proceso de descubrimiento.
Se trata de una generación que le otorgó un sentido práctico a las llamadas competencias lingüísticas como una forma de hacer algo con la lengua en un contexto real de comunicación. Tanto la escritura como la lectura ocupan un papel muy importante en el desarrollo de sus prácticas sociales porque hacen uso de los conocimientos que adquirieron en el ámbito escolar y social, es decir siguiendo a Mijaíl Bajtín, buscaron una manera de apropiarse de formas y discursos convirtiendo palabras ajenas en propias, cargándolas con sus propias intenciones semánticas y expresivas, aunque pareciera no importarles si sus conocimientos lingüísticos son acabados y suficientes, mientras puedan comunicarse y hacerse entender según sus propósitos.   
Desde el mundo de los adultos surgen distintas acusaciones hacia esta nueva generación, en lo que a escritura se refiriere; por un lado son “los culpables de la deformación de la lengua” debido al uso de algunos dispositivos electrónicos; Por otro lado, también se los considera como “los generadores de neologismos” según el contexto sociocultural de donde provengan, neologismos que impactan en forma negativa, a su entender, tanto en la oralidad como en la escritura. Estas nuevas palabras o nuevas formas de nombrar a las cosas, son consideradas como partes de un lenguaje coloquial que circulan cotidianamente entre sus usuarios e ingresan en el mundo académico por medio de la palabra escrita u oral, “contaminando” aquel lenguaje estereotipado, causando desesperación entre los amantes de la buena letra y el buen decir.    
Pero ¿Cómo podemos asegurar si alguien escribe bien o mal? ¿En qué consiste escribir bien? ¿Cómo podemos demostrar la culpabilidad de estos jóvenes por los cambios ocurridos en la lengua escrita? ¿Estaríamos frente a reinventores del código escrito o simplemente frente a una generación que hace un uso irresponsable de la norma? Son muchos los interrogantes como también lo son las faltas de respuestas ante estas cuestiones que en la actualidad alarman a padres y docentes. Considero oportuno dialogar con algunas definiciones acerca de la escritura e intentar reflexionar en torno al tema.
Hay quienes definen a la escritura como “una parte importante del proceso de comunicación no solo como medio de comunicación sino también como necesidad social y como una forma de obtener conocimiento y de resolver problemas”, es decir, que la escritura como herramienta responde a una finalidad utilitaria; otros consideran a la escritura como “un hecho social que se hace manifiesto en un tiempo y en un espacio determinado y que es compartido por una comunidad específica”, me adhiero a estas palabras y agrego además que la escritura, como la lectura, nos vincula con el mundo de las ideas, nos ayuda a participar socialmente. En cualquier momento del día nos predisponemos para escuchar, hablar, escribir y leer siguiendo una finalidad concreta o respondiendo a una necesidad de comunicarnos con los demás, aunque los “modos” tengan el sello de su enunciador, inserto en un tiempo y en un espacio social y cultural. En tal sentido cito las siguientes palabras:
“[…] Nadie escribe bien o lee correctamente […] La escritura como el lenguaje hablado pertenece a todos, pertenece a la comunidad”.
 Estas ideas que pertenecen a Cristian Ferrer en su texto “La letra y su molde” hacen referencia a una escritura que no se configura como tal de acuerdo a un “modelo estandarizado”, más bien, es concebida como producto social y cultural que está sujeto a cambios constantes porque se recrea con el uso dentro de espacios de interacciones y subjetividades.  
   Mantengo mi postura reafirmando que los jóvenes si escriben, el problema radica en el distanciamiento que existe entre sus escritos y los escritos académicos que la escuela exige como modelos “reconocibles y prestigiosos”; y lo que es peor, algunos perciben esa falta de manejo de las “formas escolarizadas y valorizadas” por nuestra cultura dominante como si fuera un déficit o una carencia propia de los alumnos. No se puede plantear soluciones sobre el presunto déficit censurando las formas lingüísticas utilizadas por los adolescentes en sus interacciones escritas a través del chat o los mensajes de texto. Sería como retroceder en el tiempo y considerar al joven como un vaso vacío que debemos llenar o una tabla rasa carente de escrituras anteriores. Tampoco culparemos a la tecnología del tal distanciamiento con la escritura académica porque como ya se mencionó,  entre los usuarios de la lengua escrita hay una gran variedad de jóvenes que no tienen el mismo acceso a una computadora o internet, pero sin embargo su relación con la escritura académica tampoco es la mejor.
Considero oportuno citar a Judith Kalman quien sostiene que “la lectura y la escritura son actividades sociales, prácticas situadas”, es decir que las formas de escrituras que utilizan nuestros jóvenes no fueron exportadas desde otros planetas, se originaron en nuestra sociedad impregnada por los rastros de una historia educativa que se resistió y se resiste a los cambios que demanda esta nueva era.
En tal sentido apelo a la reflexión de los lectores, y si es posible apelo a los futuros docentes, debemos abandonar ideas caprichosas y replantear la “forma” de acercarlos a los jóvenes hacia la escritura desde la escuela, mostrándoles que existen diferentes maneras de decir una misma cosa.
A lo anterior le sumaría otros aportes de Kalman, quien también menciona que la lengua escrita no es “monolítica”, sino que es múltiple en uso, forma, función y propósitos y sus potencialidades dependen del sistema que prevalece en cada sociedad, es decir, que el desarrollo de la escritura dependerá del contexto en el que estén situados los usuarios. Nuestros jóvenes seguramente no leyeron estos conceptos de Judith Kalman, pero sin embargo puedo decir que los concretizan en sus prácticas sociales.
Pude constatar durante mi práctica docente que algunos jóvenes producen sus escritos escolares utilizando las formas y el registro de la escritura académica base  mezclada con los signos que usan en otros contextos de escritura. Por ejemplo algunas frases que leí se organizaban de la siguiente manera: “La yuta lo siguió hasta su ksa, lo encerró como a un gato y lo llenó de plomo”. “kmo no se animó a despintar a la gila, le regaló cualquiera antes de salir”. No son palabras del mundo ficcional, son oraciones inventadas por alumnos; éstas y otras palabras circulan paralelamente a las formas escolarizadas, en algún punto se entrecruzaron y dieron origen a frases mezcladas. Lo mismo sucedió cuando les solicité escribir un texto; con algunos errores de ortografía y conectores extraviados, pude identificar una constante que aparecía en la mayoría de los escritos: sus personajes estaban vinculados con la droga y la muerte. Algunos tenían un final felíz, otros no. Al leerlos experimenté sentimientos de tristeza, de impotencia porque imaginé que narraban desde sus vivencias personales o historias cercanas; pero también pensé en la importancia de la escritura como un lugar de encuentro entre esos jóvenes y su mundo interior, la consideré como una oportunidad de poner en palabras su subjetividad, sus realidades. Nosotros, los adultos, debemos ser conscientes de estos usos, de estas constantes, no negarlas, ni callarlas, pueden representar una puerta de entrada hacia el mundo en el que se desarrolla el pensamiento de nuestros niños y jóvenes.    
Desde el Diseño curricular para la Educacion Secundaria se menciona también que estamos frente a nuevas formas de sociabilidad juvenil, en el que se le otorga un papel central a las nuevas tecnologías. “Los adultos y los docentes no pueden desconocerlas”. En tal sentido, se considera y en esto también coincido, que “aprender no consiste solamente en adquirir nuevos conocimientos, sino también en consolidar, reestructurar conocimientos que ya se tienen”.
Desde este punto organizo mi propuesta retomando los conceptos de Daniel Cassany “nadie nace siendo escritor, porque la escritura se la adquiere en un proceso de aprendizaje”; a esto también le sumaría la idea de partir de los conocimientos previos, generales, para ir avanzando progresivamente hacia las particularidades de la escritura. De la misma manera debemos tener en cuenta que escribir implica un proceso de elaboración de ideas, además de una tarea lingüística de redacción, “el escritor tiene que saber trabajar tanto con las ideas como con las palabras” sostiene Cassany. Qué importante sería destacar algunos pensamientos de nuestros jóvenes como una manera de mostrarles que sí nos importan sus representaciones, que con el uso de las palabras pueden construir grandes historias, basta con establecer puntos de encuentros entre la escritura digital (con sus rasgos coloquiales) y la escritura académica.
“[…] cuando se toma un lápiz o una lapicera, o cuando se pulsa una tecla: se pone en marcha una compleja serie de reacciones emocionales secretas que luego, adquieren forma de sintaxis y estilo sobre el papel o sobre la pantalla de la computadora”.          
Para finalizar rescato nuevamente estas palabras de Cristian Ferrer para resignificarlas  imaginariamente en una instancia de escritura con los jóvenes, en la que pueda guiarlos y motivarlos a explorar sus mundos interiores; así como también,  animarlos y acompañarlos hacia el descubrimiento de otras formas de decir, integrando a las nuevas tecnologías y replanteando constantemente mi práctica, en lugar de preocuparme por salvaguardar la lengua escrita de las "manchas de la incorrección”.       






Dialogar en red es escribir
Laura Cruz

“El arte de escribir consiste en decir mucho con pocas palabras “Antón Chejov
          
En este nuevo siglo donde la tecnología ha superado a cualquier otra forma de comunicarse se escucha decir que los jóvenes ya no tienen interés por escribir. Muchos jóvenes tienen la posibilidad de tener un celular y una notebook. Si ves a los chicos en una plaza, en un café, en el colectivo, o en otro sitio están haciendo uso de sus aparatos. Lo cual significa que para contestar un mensaje o buscar un video de su gusto es necesario “escribir”. 

Pero definamos escribir. Escribir significa representar ideas, palabras, números, notas musicales mediante letras u otros signos gráficos en un papel o cualquier otra superficie. Entonces ¿por qué se cree que los chicos no saben escribir?

Si los docentes de hoy piden a sus alumnos que realicen determinada tarea que implique el uso de la escritura están convencidos que “ellos” no poseen ganas ni destrezas para hacerla.  Por ejemplo si piden que escriban  un texto argumentativo sobre la tala de árboles o un texto expositivo sobre el aborto o bien investigar sobre las adicciones, un docente nos dice que lamentablemente un 25% de ellos va a realizar dicha tarea y el resto no. ¿Por qué no hacen la tarea? El docente responde: “Porque a los chicos no les gusta escribir, solo tienen interés por los programas de televisión, videojuegos, series online, videos en Youtube o están con el “Facebook”.

Si el escribir significa representar con signos las palabras o ideas en cualquier papel, muro o tabla puedo asegurar que los jóvenes si escriben. Pero esa escritura ¿es buena o mala, adecuada o inadecuada?¿ Escriben o copian? ¿Escriben inventando? ¿Dónde escriben?

Los chicos de hoy escriben en las redes sociales, en estos “espacios virtuales de comunicación”. En estos sitios los jóvenes por medio de la lectura y la escritura se comunican. Por ello se lee, se relee, se comparte, se comenta (se escribe), se borra y se escribe nuevamente.

Los usuarios más fieles de esta red en especial “Facebook” son nuestros niños que día a día actualizan sus estados (de ánimo), sus intereses, fotos, música, dedicatorias, etc. No son copias sus escritos. No hay Wikipedia que sepa lo que un joven desea o sienta en determinado instante. Por ello cada escritura suya es original y tiene un valor momentáneo. La escritura es nueva, es original y elaborada a su gusto y semejanza. Entonces los chicos de hoy escriben creando e inventando, dándoles formas a “sus pensamientos”. Y ¿por qué escriben? Porque lo que los jóvenes buscan es dialogar y si lo hacen en las redes sociales la única manera de hacerlo es escribiendo. Entonces escribir es dialogar.

En el video “Las competencias comunicativas” de Daniel Cassany se pone de ejemplo a una niña llamada Li Tang, quien escribe una carta para expresar sus sentimientos. La niña no sabe leer ni escribir pero sabe que los textos dicen cosas y que en el mundo las cartas sirven para comunicarse. Es decir que ella conoce el aspecto pragmático y funcional de la lengua. Ha identificado la práctica discursiva. Pero la motivación para escribir surge de la necesidad para expresar lo que siente. De su motivación surge el uso lingüístico. Para aprender a hacer uso de la escritura se parte de la necesidad de la vida real y de la interacción con el otro.

Es por ello que los nuevos usuarios de las redes tienen una necesidad que los motiva a escribir. Necesidad de leer y escribir. Necesidad de transmitir cómo se siente hoy, qué le gusta, qué necesita y entablar un dialogo con el “otro”. Entendamos que ese otro es de principal importancia para los jóvenes adolescentes.


Erik Erikson nos dice que los jóvenes experimentan cambios de conductas y comienzan a desprenderse de la familia para tener roles propios. Cuestionan su vida como impropia y salen a establecer vínculos de amistad. Buscan pertenecer a algún grupo donde tienen afinidad con unos y se diferencia de los otros. El adolescente configura su “identidad”  en permanencia con el otro. La identidad es una construcción específica del sujeto y de las subjetividades que los hace diferentes el uno del otro.  Ese otro ser que hace que se distingan a sí mismo. Por lo tanto el uso que nuestros jóvenes hacen de las redes es beneficioso ya que contribuye a afianzar su seguridad, diferenciarse del otro y fortificar vínculos.

Volvemos de nuevo a decir que escribir es una necesidad. Escribir para el otro, es una manera de adquirir habilidades. Desarrollamos una práctica que si no se ejercita se pierde. Es una manera de enmudecer nuestras manos y de no interactuar con el mundo exterior. Nadie más que un joven sabe lo que se siente estar frente a una página en blanco e intentar apoderarse de ese espacio. Un espacio que lo invita a poner en práctica sus competencias. ¿Hoy será solo un escrito o adjuntará una foto? Le pondrá caritas o será una letra que lo diga todo.

Cassany nos habla de la escritura multimodal. Una escritura que se enmarca dentro de una imagen y que dialoga con una foto o un video, unas líneas cargadas de emoticones, etc. Es una nueva escritura puesta en escena, es texto en contexto. Una imagen vale más que mil palabras y si va con palabras dice mucho más.

Con las palabras nos expresamos, nos comunicamos y reflexionamos. Ya lo decía la abuela en la obra de Alejandro Casona La barca sin pescador, que Dios envió a sus discípulos por toda la tierra no con espadas ni caballos sino con la palabra. Y con ella conquistaron el mundo. Nuevamente una generación anda por el mundo provisto del tesoro más valioso y que a cada instante, en cada espera, en cada avance requiere de la palabra para dejar sus huellas.

Y en esa escritura ¿se crean palabras nuevas? ¿Hay una escritura inventiva? Pues sí. Muchas son las palabras que se crearon en los últimos 25 años. Las llaman palabras testigos porque reflejan transformaciones sociales y culturales propias de la época. Muchas de ellas ya se han instalado como parte de nuestra lengua y otras  tantas tuvieron una corta vida ¿Y cuáles fueron los recursos que utilizaron para crear palabras nuevas? Algunas se crearon mediante un procedimiento formal como  la sufijación. Por ej. Bersuitera, Ricotera, Abeleras, etc. Otras se crearon por la prefijación como megashow, megafestejo. Otros tantos de préstamos provenientes de lenguas extranjeras. Como ser ringtone, piercing, cover, casting, etc. Este proceso creativo es muy productivo en cada esfera de actividades: tecnológicas, sociales, culturales y económicas.

La evolución de una lengua da lugar a fenómenos lingüísticos novedosos de muy diverso tipo: los cambios no sólo se observan en la creación de palabras sino también en la pronunciación y en la escritura (tal como se observa en kerés, forma gráfica que se usa en los mensajes de texto o chat en lugar de querés) y en el comportamiento sintáctico de las palabras ya existentes ( por ejemplo el uso del verbo compartir en frases como ¿me compartís?). La creación de palabras implica un proceso y ellas se crean a partir de una necesidad. Por lo tanto escribir fabricando palabras es un proceso altamente cognitivo que le demanda a los jóvenes maximizar sus competencias.

Daniel Cassany en una de sus conferencias nos da otro ejemplo de necesidad comunicativa. Nos menciona a la “libreta”. La libreta es un cuaderno que circulaba entre los jóvenes. Allí cada uno escribía un texto, una prosa, una poesía, etc. Luego se la pasaba a otro para que hiciera lo mismo. Cierto día se reunían y compartían esta lectura entre todos y se hacían correcciones. Esto, dice Cassany no es un acto de creación literaria sino más bien una manera de explicar lo que cada uno siente y compartirlo.

El Facebook tiene las mismas características. Cada joven expresa lo que siente,  lo publica en el muro y lo comparte. Esta práctica de escritura surge por el interés de formalizar las emociones y de intensificar la amistad con los otros. Es una práctica que no implica una sola persona sino varias, los que leen la publicación, comentan y comparten. Esta práctica de lectura y escritura es cooperativa: se construye entre todos.

"La letra de médicos tanto como la toma de notas desconoce la etiqueta de hacer buena letra, del mismo modo que el lenguaje hablado por las personas no responde al modelo de la gramática insertada en los planes curriculares de los ministerios de educación. Así también se lee por arriba, o en diagonal, o entre líneas […] Nadie escribe bien o lee correctamente […] La escritura como el lenguaje hablado pertenece a todos, pertenece a la comunidad […]  (Christian Ferrer).
¿Por qué juzgar los escritos de los jóvenes fuera del contexto escolar? Hacer buena letra o llamar a hacer una buena escritura puede resultar poco motivante para un adolescente. Enseñar conceptos y obligarlos a realizar prácticas mecánicas no conducen a nada. Los jóvenes aprenden a partir de su propia realidad, construyen sus escritos y le dan vida a partir de su propia significación. Tienen todo a su alcance para ser unos verdaderos creadores y fomentadores de letras.

Pedir a un niño, joven o adulto que desarrolle sus conocimientos acerca de la lengua escrita centrando su atención en nociones reducidas, ajenas o desprovistas de función social, es, en el mejor de los casos, solicitarles dos tareas desconectadas entre sí: por un lado que aprenda el sistema de escritura y por el otro, que aprenda acerca de lo que puede o no escribirse. Judith Kalman sabe que esto es un obstáculo para la construcción de conocimiento. Se debe ser consciente de los alumnos que fuimos antes y que los alumnos de hoy son diferentes. Con perspectivas diferentes, otras visiones, maneras de sentir el mundo totalmente distintas. Como consecuencia su escritura será  virtualizada pero no menos que las otras sino “nueva”, “creativa”, “sintética” y “transgresiva”.
               Leamos a continuación lo que escribió Facu Coronel:
Hoy 15-06 es el cumple de la mujer que mas amo en mi vida , la que siempre estuvo y puso el pecho en todo momento por sus dos hijos , la que siempre vio por fabri y por mi , la que siempre hizo lo posible para que no nos falte nada , la que cuando pense que la vida no tenia sentido ella me hablo y me hizo ver la vida de otro modo , la que nunca me fallo , la que siempre nos dijo que los tres juntos y unidos hibamos a salir adelante sea como sea , y asi fue. Los tres mas unidos que nunca y asi va ser por siempre. Nose lo que haria sin ella, siempre que estaba mal ella estuvo para escucharme y aconsejarme , y no dejarme hacer lo que yo quiera que no hiba a ser para mi bien ni para el de nadie . Yo a ella la amo muchisimo y se que aveces no ago las cosas bien , pero ella apesar de todo siempre nos da lo mejor a mi hermano y ami . Ella es mi Mamá♡, mi vieja , mi viejita , mi todo y sin ella nose lo que seria .— con Cecilia
Fabricio  le escribe a su mamá en el día de su cumpleaños y le expresa todo el amor que siente por ella. Su motivación radica en dejar claro lo orgulloso que se siente de su madre porque ella y su hermano son las únicas personas que tiene. Él escribió 10 líneas, escribió un párrafo dedicado a su madre. Si bien tiene faltas de ortografía, el texto no deja de ser entendible. Ahora veamos lo que escribió Lucas:

Hoy es el cumpleaños número 20 de la persona que me acompañó, me acompaña y me acompañara para toda la vida, de es esa persona que me bancó, me banca y me va a bancar por mi camino de la adolescencia, es ese "heroe" que me cuidó desde chico, es ese "enemigo" (metaforicamente) con el que peleamos todos los días por cualquier cosa jajaaj como todo hermano, el mejor hermano que puede existir en este mundo y por ser una persona muy buena por que ÉL nunca te dice NO siempre esta para cuando lo necesitas. Por eso quiero bridnar por MI MEJOR (AMIGO, COMPAÑERO, etc.) HERMANO que esta en todas.Solo queda decir Gracias por acompañarme.FELIZ CUMPLEE Facundo SOS LO MÁS GIL TE QUIERO UN MONTON Emoticono wink Emoticono smile me siento feliz.

Principio del formulario

Lucas le escribió en el muro del Facebook a su hermano en el día de su cumpleaños. Su necesidad consiste en decirle que lo quiere y que está feliz de tenerlo de hermano. Él escribió 8 líneas pero su escritura es más trabajada, le agrego emoticones, tiene pocas fallas en la ortografía y contrapuso conceptos como “héroe” y “enemigo”.

“Somos lo que hablamos” dice Daniel Cassany. A medidas que adquirimos competencias nos configuramos como sujetos sociales capaces de interactuar con la comunidad y definir nuestra propia identidad. Así la construyen los chicos de hoy, jugando a escribir como grandes autores, autores al fin porque tienen su sello sus marcas y sus propias convenciones. 

Las prácticas sociales y cotidianas son generadoras de prácticas de lectura y escritura. Si una persona necesita trabajar puede empezar vendiendo productos de catálogos. La tarea la obligará a desarrollar competencias tales como sumar y restar, completar planillas, escribir nombres, domicilios, etc. Si la persona no tiene acceso a la alfabetización, la necesidad la conducirá a aprender esta práctica.

Volvemos a afirmar que la necesidad de comunicación los lleva a buscar las herramientas necesarias para concretar dicha finalidad. Así también hay personas desde grandes y jóvenes que usan las redes sociales por una finalidad .Lucas y Fabricio sentían la motivación de escribir para sus seres queridos. Así tambien hay padres que se encuentran en estos espacios virtuales y de alguna manera expresan sus sentimientos hacia sus hijos. A continuación les comparto lo que escribió Luciana (madre de Ciro).

6 AÑOS ya cumple mi Ciro; es difícil definirlo, porque nunca termino de conocerlo, el es mágico: transforma todo su entorno, es como un oasis en el desierto tiene la belleza de lo inesperado,de lo opuesto,de lo inexplicable.Llego para vivir tiempos revueltos; con mamá y papá trabajando deseando tener mas tiempo para el, un hermano mas grande que ya no quiere jugar tanto,y aun así el transforma lo que recibe y nos sorprende su personalidad, su dulzura y su realismo, "me voy a poner las pilas mamá" me dijo el otro día y yo pienso "mas aun" tiene 6 años y está pendiente de todos y de todo, creo que la empatía es su cualidad más importante,entiende que mamá no es súperpoderosa y hasta nos cuida la economía en el súper,lleva un registro de sus ahorros en una libreta incluso anotando lo que gasta,es un gran compañero y observador de sentimientos, como hace no lo se, es mágico yo digo que es mi luz en la oscuridad,por que el hace mejores los dias de quienes lo rodean.Cuando nació no imaginaba una vida con el; hoy no imagino mi vida sin el,porque Ciro es mágico.

Luciana es médica y tiene dos hijos varones. Ella tiene a su lado al padre de estos chicos pero la mayor parte del tiempo se la pasa en el hospital. ¿Cómo hacer entonces para acercarse a sus hijos y aminorar la distancia? Muy fácil, Luciana creó una cuenta en el Facebook y es la manera más cómoda para estar cerca de sus hijos cibernéticos. Esa es la realidad hoy en día: padres e hijos, abuelos, hermanos, etc  se encuentran en estos nuevos espacios de sociabilización.

La escritura circula deliberadamente en estos espacios, motivada por los sentimientos, la comunicación, la incertidumbre, el trabajo o por el simple placer de escribir. ¿Será que como individuos sociales necesitamos hablar, dialogar, reflexionar, coincidir o disentir? Las palabras urgen por salir, de una u otra manera, pretenden ir más allá donde puedan disparase y cargarse de sentidos, dar un giro y ser verdaderos puentes de conexión.

Prácticas de un tipo o de otro dan lugar a participar e interactuar en la sociedad. Se puede desarrollar habilidades, despertar destrezas, adquirir competencias y usarlas en otras acciones que la requieran. Los intereses están y habitan en cada uno de los usuarios. La motivación  depende de cada uno, solo  debe coincidir el tiempo y el espacio para arriesgarse a escribir. Todos saben cómo y dónde escribir. La clave está en la intención y la decisión. Querer dialogar en red obligatoriamente requiere que se escriba y se lea. Si se escribe ya hay dialogo, si hay imágenes o emoticones ya hay dialogo. Las respuestas a esos escritos son los “me gusta”, “los vistos”, los comentarios.

Si la escritura está fuera de la escritura convencional, radica en ella otra característica que la hace más significativa. Es su pureza en la expresión, es la invención en su puesta en escena, es su significado e intención.
Ya los antiguos chinos sabían que la caligrafía expresa estados de ánimo. Si los jóvenes escriben expresan sus estados emocionales. Si no escriben se acumulan de palabras que tarde o temprano éstas pujaran por salir a la luz. Se sentaran frente a la PC mientras docentes murmuran la falta de interés de los chicos por la escritura. Ya frente a ese reducido espacio comenzaran a darles alas a la imaginación y como un carretel en la máquina de coser se irán deshilando las palabras para quedar plasmadas en la pantalla, comenzará a dialogar en red, comenzará a escribir.


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